No realizamos nuestro desenvolvimiento espiritual en una línea recta, contínua. La naturaleza humana no funciona así. Nadie asciende por un camino de progreso ininterrumpido hacia el logro de la perfección. Lo que ocurre es que – si actuamos correctamente - ascendemos, pero con una serie de bajadas, al igual que de subidas.
Avanzamos continuamente por un tiempo, y luego sufrimos un pequeño retroceso. Luego avanzamos de nuevo, y más tarde tenemos un ligero revés de algún tipo, y así sucesivamente.
Esos contratiempos no son importantes siempre y cuando el movimiento general de nuestras vidas sea hacia arriba. Si cada año nos encuentra con un progreso definitivo en consciencia, los retrocesos temporales intermedios carecen de importancia, y si nos preocupamos demasiado por ellos, pueden convertirse en un verdadero obstáculo.
La marea sube y baja. Todo el mundo sabe cómo ocurre ese fenómeno. La primera ola avanza y avanza, y da la impresión de que nunca se detendrá hasta llegar al límite de la marea alta, pero se detiene, y en realidad nunca retrocede, y si uno supiera cómo sucede el fenómeno, pensaría que ahí acabo todo. Pero no es así. La marea retrocede un poco, pero no hasta su antigua marca, y luego viene de nuevo, y esta vez sube más alto que antes, y así sucesivamente. Este tipo de progresión parece ser general en toda la naturaleza, un adelanto, una pequeña retirada, y luego un avance mayor, seguido por otro retroceso menor, y luego un avance todavía mayor, un proceso que se repite continuamente. No observe las olas individuales, concentre su atención en la marea. Y todo estará bien.
La alegría del señor es tu fortaleza.
Emmet Fox.